Se conoce como déficit de talento y ya es un problema en el área de la Ingeniería y las Ciencias, donde la crisis de vocaciones ha disparado las alarmas. El desajuste entre la oferta profesional y las necesidades del mercado laboral aumenta cada año. Universidades, empresas y consultoras de recursos humanos, advierten de que sin los profesionales adecuados, se puede poner en riesgo la consolidación económica. En 2020, previene Randstad, «faltarán en España 1,9 millones de trabajadores altamente cualificados».
Este año, «la demanda de perfiles del sector TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) va a experimentar un incremento del 40%, sobre todo en el ámbito de la programación», adelanta el director de Adecco IT, David Ventura. Pero no se están incorporando hoy los jóvenes que se necesitarán mañana. «El problema ya está aquí», avisa Ventura. E idéntica percepción tiene Stephane Levesque, consejero delegado de Ticjob.es, portal de empleo especializado. «El número de matrículas en las ingenierías está cayendo hace años. Desde 2003, en las TIC, ha bajado un 40%», confirma.
No se cubre la demanda
La Comisión Europea dice que la digitalización de toda la industria podría aportar más de 100.000 millones de euros anuales, y aún así nuestros jóvenes no quieren ser ingenieros, matemáticos o arquitectos. «No podemos perder el tren del desarrollo tecnológico, que implica no solo el diseño, sino la producción, el mantenimiento y la operación. Yo no me imagino un país como el nuestro, con tanta tradición de ingeniería, en el que se pierda la vocación tecnológica», subraya Javier Crespo, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI) Aeronáutica y del Espacio de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Sin embargo, los datos están ahí. La caída acumulada de las matrículas en Ingeniería y Arquitectura, y Ciencias, ha sido del 25% en el último decenio, según el último informe del Ministerio de Educación.
«Todos somos culpables. Administraciones, empresas y universidades hemos trabajado con poca conexión», reconoce Sara Gómez, vicerrectora de la UPM. «En 2015 ya faltaron en Europa 700.000 ingenieros y en España, ahora mismo, no cubrimos la demanda en informática y telecomunicaciones. Hace años, el presidente de General Electric aseguró que “el nivel de desarrollo de un país se mide por el número de ingenieros que tiene”. Su ausencia puede parar la industria de un país», alerta Gómez.
los jóvenes piensan que los estudios son muy duros para el trabajo que después hay
Las causas que explican esta crisis de vocaciones tiene varias explicaciones. «La presión que sufren los universitarios para seguir el ritmo y aprobar los exámenes es alta y muchos de los que se plantean hacer una Ingeniería acaban descartándolo porque los estudios son muy exigentes para la calidad del trabajo y los sueldos que encuentran al salir de las Escuelas», puntualiza Luis Castañer, vicepresidente de la Real Academia de Ingeniería (RAI).
Ceremonia de la confusión
Otro de los factores de esta crisis es académico. El vicepresidente de la Unión Profesional del Colegio de Ingenieros Superiores de España, Miguel Iriberri, lo define como «la ceremonia de la confusión», en alusión a la adaptación del sistema europeo de Bolonia. «Antes, el Estado programaba los títulos y todo el mundo identificaba cada titulación con una profesión. Ahora es al revés, las titulaciones provienen de las universidades y el Estado las autoriza». A su juicio, esto ha provocado una proliferación de títulos con distintas denominaciones, en la que muchas veces no se sabe realmente qué se estudia.
En este mismo sentido también se pronuncia el presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Ingenieros Agrónomos, Baldomero García del Río. «Con motivo de la gran reforma universitaria hubo una proliferación de centros de formación que generaron muchas expectativas. En la rama de Ingeniería han aparecido denominaciones que no se corresponden con las tradicionales, a las que el mercado estaba acostumbrado», critica.
Ya no se ve la ingeniería como algo que contribuye el bienestar social
A todo lo anterior hay que sumar, además, «una pérdida de prestigio de lo que la Ingeniería siempre ha representado en la sociedad», lamenta Miguel Ángel Garcimartín, director de la ETSI de Agrónomos. «Han dejado de vernos como “problem solvers” (solucionadores de problemas)», asevera Castañer. Y Javier Pérez de Vargas, director gerente de la RAI, añade: «Los chavales se creen que los móviles crecen en los árboles, no se plantean que detrás hay un equipo de ingenieros. No ven la Ingeniería como algo que contribuye al bienestar social sino como algo de enorme dificultad; con muchas Matemáticas, Física y Química». Y añade otra clave. «Faltan modelos que atraigan a los jóvenes. Eiffel, Torres Quevedo, Isaac Peral o Juan de la Cierva no son referentes para ellos».
Pero aunque la fotografía actual es preocupante. Hay solución. «Tenemos que fomentar las vocaciones a los 12 o incluso a los 9 años. Y también hay que cambiar la docencia de las Matemáticas y la Física. No hay que hacerlas hostiles porque no lo son. Con la Fundación Universidad-Empresa estamos haciendo talleres con los niños y cuando les hacemos jugar con las Matemáticas… les encantan. Desde su aplicación práctica a las cosas cotidianas, les entran mejor. Ahí salen las vocaciones». Concluye la vicerrectora de la UPM.